viernes, febrero 19, 2010

#74

Con los ojos llenos de opio, te miro como si fueras tu reflejo. Estoy tan cansada que ya no me importo. No me siento. No me veo. Me cierro. Me duermo. Allí también te encuentro y me dices lo que le estás haciendo al cuerpo que habito.

Está quieto y dormido. Indefenso. Abandonado. No me lames por respeto. No me abres, casi por cortesía. Me dejas dormir, me miras. Me dices que te tocas porque has de hacer algo, porque algo ha de hacerse. Sé que cuando te corras lo podré probar como si fuera un beso.


4 observaciones suspicaces:

N. dijo...

Qué maravilla.

Hector77 dijo...

Escribes las fantasias de cualquiera y las haces tuyas, nuestras...de todos

Todd dijo...

Esto me recuerda a esa extraña sensación (bueno, rara, a veces escalofriante, a veces agradable) de soñar con un cuerpo y encontrarse, una vez despierto, con otro.

La Sin Nombre dijo...

Y mi pregunta es... ¿quién es Todd? Por aquí sólo suelen dejar comentarios viejos (o nuevos) conocidos.

Me place que complazca.