jueves, mayo 15, 2008

#54

Trabajaba en un 906 cuando tenía 18 años. Me parecía un trabajo divertido y podía estar en casa, estudiando para la facultad, entre llamada y llamada. La mayoría de llamadas eran bastante absurdas. 


Cuando cogí mi primera llamada, mentalmente repeinada, maquillada y en ropa interior (la realidad consistía en moño, gafas y bata) sólo llegué a oír una especie de lejano jadeo, más parecido a una cacofonía del más allá que a nada remotamente interesante. Dos minutos más de jadeo después, que me pasé pensando qué había que decirle exactamente a alguien tan concentrado el labores tan importantes, me colgó. 

El tema era, según la jefa, tenerlos el máximo tiempo posible al teléfono. Yo era una chica que buscaba conocer chicos, o algo así, y el tema era darles charla y, bajo ningún concepto, quedar con ninguno. Mi novio se partía con el tema.

Mi favorita, o al menos la que siempre cuento, fue la de un chico que llamó preguntando si era la de la foto.
- No lo sé, descríbemela.
- Pelirroja, con tetas enormes.
- No, yo soy la de al lado.
- ¿La rubia?
- Sí.
- ¿Y no está la pelirroja?
- No, ahora mismo no está.

Y me colgó.

La que no suelo contar cuando comento el tema fue una de un chico de mi ciudad. Mi novio estaba en casa cuando me pasaron la llamada. Empezamos a hablar y me dijo que le picara. Dile de quedar, pregúntale cómo es, dile que te encantaría revolcarte con él. Estaba sentada frente al ordenador, era verano y, como siempre en verano, hacía calor. Me mordía el cuello mientras él chico al teléfono me contaba qué haría conmigo si quedaba con él. Empezó a masturbarme mientras me prometían orgasmos increíbles por teléfono. Por una vez colgué yo.

martes, mayo 13, 2008

#53

Es un experimento. Vas a un bar y miras alrededor. Siempre hay al menos un chico solo con una copa. Si miras el tiempo suficiente, te acaba mirando. Entonces te acercas y le besas, sólo por ver que pasa.


Lo intenté una vez y me apartó la cara. Lo intenté una segunda (misma víctima) y volvió a apartarla. Así que le di un bofetón y me fui, ofendidísima. Quién se habrá creído que era.