viernes, marzo 05, 2010

#76 - 4 Mi buen nombre

Parte 1 aquí
Parte 2 aquí
Parte 3, en algún otro lado

La mordaza hacía que baba le cayera por las comisuras de los labios, resbalándole por la barbilla, mientras ella le afeitaba. Sus quejas eran balbuceos incomprensibles. Como respuesta a sus palabras incomprensibles, incomprensiblemente, ella empezó a masajearle los huevos. Se le puso dura.

- Así que soy buena peluquera, - dijo, mientras apagana la maquinilla. Él echó la vista abajo. Liso como un niño, su polla, quizá con pensamiento propio, erguida con orgullo en mitad de ese gran vacío, como si fuera el mástil de una bandera a punto de ser clavada para reclamar el mundo como suyo.

Ella admiró su trabajo con una sonrisa entre divertida y despectiva. Una mirada similar a la que hubiera tenido Miguel Ángel si su David hubiera tenido por modelo un jorobado deforme con lepra. Parecía pensar que le faltaba algo. Marchó.

Él intentó soltarse de sus ataduras, pero fue inútil. Tampoco le dio tiempo a mucho más que intentarlo en vano antes de que ella volviese con un pequeño arnés con anillas.

- Quieto, - dijo, con una risilla contenida.

Se seguía riendo cuando metió sus huevos por entre las anillas. Con ellas y con el arnés, los subió, todavía más erguidos tanto ellos como su polla y los fijó a su cintura.

- Mucho mejor, así podrá verla todo el mundo.

Fue en el momento en que procesó esa frase cuando las lágrimas le vinieron a los ojos. ¿Quiénes eran "todo el mundo"? Con la barra entre sus piernas no podría ocultarse de ninguna manera. Ni siquiera una tan patética como ésa.

- Ahora escúchame atentamente, cariño.

Acobardado, escuchó con sus cinco sentidos. Extendió una de sus pequeñas manos, con uñas largas, pintadas de color oscuro y él cerró los ojos, asustado por lo que pudiera hacer. Acarició su polla, despacio, como un susurro, unos momentos antes de bajar para acariciarle los huevos.

Se podía entender, a pesar de la mordaza, que gemía. Gemía mientras ella le excitaba para dejarle a punto de un orgasmo y parar. Gemía, temblando, esperando más. Lo recibía sólo para que volviera a serle negado.

- Me imagino que ahora mismo te gustaría que te la chupara. Supongo que muchas lo han hecho, por una razón u otra. Hoy no es un día de esos, cariño. - Cesó por completo -. Creo que bastará. Está dura y gotea un poco. Tardará mucho en bajarse entre las anillas y algo que puse en la mordaza. Estará dura mucho, mucho, mucho tiempo, para que todo el mundo pueda verla.

Le miraba a los ojos, a su altura. Él temblaba y le dolía todo por el orgasmo denegado. Le dolía por las anillas que apretaban. Le dolía porque quizá nunca antes había estado así de dura.

- Voy a bajarte por ese ascensor por el que viniste y te voy a llevar hasta la puerta para que tus mil invitados te vean. Tengo entendido que está lleno de trepas, rémoras, empleados, prensa y competencia. Imagino que tus dos ex mujeres estarán ahí también. Estoy segura que el fotoshoot será espectacular.

Las lágrimas caían a raudales y gritaba en la mordaza, aunque no se entendiera nada, suplicándole que no lo hiciera. Ella se puso tras él y le colocó algo en el cuello que se le clavaba tanto en la barbilla como en la clavícula.

- Un collar para que mantengas la postura. La cabeza bien alta. No queremos que las fotos salgan mal. Es imprescindible que todos los que te conozcan puedan hacer buenas fotos con sus móviles para mandarlas por facebook a todos los que hoy no pudieran estar. Has de salir bien en los noticiarios de todo el mundo. Estoy segura de que vas a ser el vídeo más popular de youtube esta semana. ¿No crees que todos se extrañarán con que un hombre tan poderoso como tú sea un pervertido así? ¿Que le guste que le aten y le expongan de una manera tan humillante?

El collar le impedía girarse y el miedo, darse la vuelta. Notó un fuerte golpe en la espalda.
- Agáchate, cariño. - Intentó mantenerse erguido -. ¿Quieres más voltaje?

No lo quería. Se dejó introducir algo en el ano. No era demasiado grande ni se introdujo mucho.
- Ponte recto.

Notó que abrochaba algo a las ataduras de sus brazos y un tirón en el ano.
- Te he puesto un gancho. Mientras andes recto no habrá problema. Si intentas encogerte para esconder tu pollita, creo que te hará algo de daño ahí atrás. - Empezó a reír -. Pero qué zorra más mala soy. Supongo que por eso me pagan tan bien, ¿no?

Empezó a recoger sus cosas.

- Creo que es hora de que me marche. Es de muy mala educación llegar tarde, no importa lo rico o poderoso que seas.

Intentó rebelarse, pero apenas podía andar con la barra entre las piernas, y el gancho era una amenaza inminente.

- No seas tonto, cariño. La electricidad no es tu amiga, pero es la mía. Puedo hacer pasar suficiente voltaje como para que duela sin que pierdas el conocimiento y sin que se te baje. Cuando acabase, me estarías rogando que por favor te mandase abajo con tus amiguitos con tal de que parase.

La amenaza quizá no fuera el mayor problema. El problema era el miedo, en todas direcciones. La humillación. La erección. La excitación sincera. La exultante, insultante, erección que clamaba al cielo, a punto de reventar.

- Venga pues, hacia la puerta.

Se dirigió hacia ella con pasos lentos y torpes. Cada paso hacía que el arnés le apretara la polla y que sus huevecillos se balanceasen en el aire. Le dolía levemente el culo. La combinación le ponía. Ella le hizo parar frente a un espejo. Hubiera preferido no verse. Su aspecto era dantesco. Vegonzoso. Ridículo.

- Creo que nunca más podrás ser un cabrón hijo de puta. No sé si podrás mirar a nadie más a los ojos mientras vivas, porque sabrás que se estarán riendo de ti, que te la han visto así, que te han visto así. ¿No es horrible que una sala llena de gente vestida y seria te vea desnudo y duro? Es tan, tan, tan humillante... Quizá me lo puedes contar luego. Puedo llamarte si quieres más. O quizá no.

Le empezó a salir líquido preseminal en mitad de una duda existencial. No sabía si quería correrse o morirse ahí mismo. Le daba igual lo uno que lo otro.

- Pues no la tienes tan grande, por cierto.

Abrió la puerta de la oficina y él lloriqueó, asustado. Tiró de sus huevos para hacerle salir. No tuvo más opción que salir, pasito a pasito, intentando no vomitar de nervios. Su mano se quedó ciñiendo sus huevos. Su perfume se mezclaba con el olor de sudor nervioso y del miedo. La siguió como un perro, cada paso más doloroso que el anterior.

- Venga... que no debes llegar tarde, - rió, dando tirones, hasta el ascensor privado. La cabeza de él se llenó de gritos de "no, por favor, no". Intentó resistirse, pero ella sólo apretó sus huevos más fuerte, hasta que entró al ascensor.

El ascensor tenía un espejo a cada lado. Podía verse reflejado mientras ella apretaba el botón de la planta baja y el del garaje, utilizando sus llaves.

- Siento perdérmelo, pero me están esperando. - Le hizo cosquillas en el perineo con las uñas -. Asegúrate de que sea memorable, cariño.

Las puertas se cerraron. El corazón le latía a cien. Le latían hasta las venas de la polla. Le empezó un tic en el ojo y el orgasmo lo tenía a flor de piel. Quería morirse. Rogó a Dios que se le parase el corazón ahí mismo.

Ella silbaba mientras el ascensor descendía y él creía que se iba a caer en redondo. Se colocó tras de él y le empujó para estar de cara contra las puertas. Le acarició la espalda con las uñas. Él lloraba.
- Creo que estás tan, tan, caliente, que no te falta nada. Creo que te vas a correr en cuanto alguien te roce. Qué vergüenza si te pasa eso, cariño, pero qué vergüenza...

El ascensor bajaba. Iba a pasar de verdad. No era posible, pero estaba pasando. Iba a pasar. Esto era real.

- Esto es lo típico que pasa en las pesadillas, sólo que en tu caso es de verdad.

El ascensor paró. Se le secaron la boca, las lágrimas y el alma con ese parón.
- Empieza el espectáculo, - le susurró al oído. Las puertas se abrieron y, de una solemne patada, le empujó fuera.

Se encontró en medio de un grupo de gente muy confundido. No pudo escapar de sus miradas. Hubo horror pero luego... luego parecían reír. Habían visto que la tenía dura, goteando, a los ojos de todo el mundo. Para cuando las puertas del ascensor se cerraron, empezaron los flahses y las voces.

Su secretaria vino corriendo, en sus ojos una mezcla de preocupación y desprecio. Le cogió por los hombros dispuesta a taparle.

No dijo más que "Señor..." cuando se corrió de manera casi explosiva. Empezó a correrse sin que le tocasen más que ese hombro, eyaculando salvajemente sobre su secretaria, sin poder evitarlo, temblando. Corriéndose en el aire, hacia el público y las cámaras cuando ella se apartó asqueada. Corriéndose solo delante de mil personas y sus cámaras.

Corriéndose, con los ojos cerrados, llorando, deseando estar muerto, pero no funcionaba. Se oían las risas, primero ahogadas y después abiertas. Estaba todavía llorando cuando seguridad vino a taparle con una manta y a llevárselo.

Quien hubiera pagado a esa mujer para hacerle eso, pensaba para sí, debía odiarle tanto que prefirió hacerle esto a matarle. Matarle hubirea sido el camino fácil. Ojalá hubieran elegido el camino fácil.


8 observaciones suspicaces:

N. dijo...

Gracias. No puedo decir otra cosa.

Anónimo dijo...

wow... wow... wow...

qué mala es... ¡qué maravilla!

Un perfecto colofón a una gran historia...

Dorita dijo...

¿qué decir aparte de que nos dejas sin palabras?
Estaría bien hacerle eso amás de uno.
Tengo unos cuantos en mente en realidad.

La Sin Nombre dijo...

Qué mala eres...

Dame nombre y apellidos.

Dorita dijo...

Si tu supieras algunas de las cosas que pasan por mi mente...
Y encima tus escritos no hacen más que avivar mi imaginación.
Es divertido.


Ya te dire quienes son.

awixumayita dijo...

Eres cojonudísima!!!!!

Estoy por imprimir todas las entradas de este blog y empapelar mi piso con ellas, en serio.

¡¡Gracias por haber vuelto!! Ya, sí, volviste en Octubre, peeeeero... cosas mías, te he (re)encontrado en el mejor momento.

un besazo

La Sin Nombre dijo...

Un placer volver a leerte!

Me alegra que te guste.

Abrazos...

Anónimo dijo...

Sois todas unas zorras y unas cabronas. ¿Por que no te metes tus fantasias feministas por el culo? A lo mejor te corres bien a gusto