sábado, junio 23, 2007

#47

Los polvos de una noche son desastrosos. No sabes dónde tocar, qué puedes, qué no puedes hacer. Qué le hace vibrar. Si le importa o no que los vecinos vengan a quejarse por el ruido.

Me da igual. La próxima vez será en un hotel. Le debo tres mordiscos, uno de ellos doloroso. Él me debe dos. Nunca sé qué cara poner cuando me llevo a alguien a una habitación, así que hablo de tonterías e intento no encenderme un cigarro. El primer mordisco será en el cuello, antes de entrar. Con suerte me devolverá los dos y podrá gemirle, a mala leche, al oído.

- Haz conmigo lo que quieras. - Pero hazlo, joder. No te quedes mirando con cara de idiota.

Si no lo hace, le ataré a la cama y los dos mordiscos que me quedan dolerán. Mucho.

* * * * *

Un mensaje que me dejaron en la web de contactos y me gustó:

Muérdeme, que la sangre de tu boca sea mía. Aráñame, deja tu firma en mi
cuerpo. Seras tan valiente como para compartir tu angustia?Una cámara solo da
ideas, falta la tercera dimensión, la que le da profundidad a las sensaciones,
no somos planos.Un café esta bien, bebido a medias, de los labios, es más
intenso.Un polvo rápido es lago frustrante, un polvo largo es algo peliculero,
yo voto por una relación sexual llena de emociones y pasión, algo que queda en
la mente y en el alma, de por vida.

lunes, junio 11, 2007

Vete


Sal de mi cabeza, que no puedo pensar.


#46

Keyword: Se corrió dentro sin querer.

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No fue sin querer. Me tiró sobre el sofá antes de acabar las palomitas y me la metió sin avisar.

- No te corras dentro.
- Confía en mí.

Abracé su cuerpo con las piernas y le empujé hacia mí. Le clavé las uñas en la espalda a mala hostia mientras le mordía la boca, para que doliera y no gritara. Le sangraba el labio cuando me dio un bofetón y me llamó zorra. Me reía, le volví a morder el cuello y me seguía follando. Me gustó el sabor a sangre, apretándole contra mí con las uñas. Se aprieta un momento contra mí, tan fuerte que duele. Se levanta y me miro gotear esperma entre las piernas.

- No deberías confiar en desconocidos -, y se va.

Me masturbaro en el sofá, comiéndome las palomitas, mientras termino de ver Ocean's Twelve.

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Escuchando: Amanecer - Nino Bravo

#45

Escuchando La Zarzamora - Lola Flores

Eran 25, una 36 y las 11:30 de la mañana, contando ya por el tercer dedo de la mano derecha las razones por las que no debería estar ahí.

Uno, no tiene sentido. Dos, no sirve para nada. Tres, me está mintiendo. Cuatro, debe estar con otra. Cinco, estoy casada. Seis, no lo entiendo. Siete, me da miedo. Ocho...

Me abraza como si fuera virgen y me fuera a romper. Me voy a romper si esto no es perfecto; si una sola palabra era mentira.

He tenido dos noches. Han sido tres meses. Ahora tengo siete días. Luego no habrá nada. Ambos lo sabemos, pero vamos a fingir que no acabará nunca mientras dure esta semana.

- Vámonos. Necesito besarte sin ropa.

Hace calor y buscamos vino. Cualquier cosa con la que brindar. Beberé de su boca y él de la mía, como hicimos la última vez con la última botella de vodka. La mitad me resbalará por el cuello y la lamerá de mi pecho. Le pediré que me muerda. Le pediré que lo haga más fuerte. Me mirará extrañado y gemiré, sólo para que lo oigan en la habitación de al lado.

La habitación es pequeña y hace calor. Me molesta la ropa pero me molesta más la suya.

En mi cabeza él me la quitaba a mí y por alguna razón me preguntaba:
- ¿Te lo tragas?

Y yo le decía:
- Ahora me lo cuentas. - Y me reía.

martes, junio 05, 2007

#44


El sentido de la vida es 42, y no 69 ni 81 como en algunas ocasiones se pueda reivindicar.


Le mando mordiscos por las noches. Lo pienso desde lejos. Me despido con un beso y luego añado, uno a uno, el recorrido por su piel, antes de dormir. Empiezo siempre en la frente. Todo lo demás, queda abajo. Es un camino, los caminos exigen paciencia. Ni la tengo yo ni la tiene él. Pienso en atarle, pero no sé si me tomará por loca, si se dejará siquiera.


- Estate quieto.


Me mira medio segundo y hace lo que le digo. Dudo cuando le muerdo el ombligo.
Hay momentos en los que no hay lugar para dudas, y no hay más camino que el correcto.

domingo, junio 03, 2007

#43

Yo sólo pasaba por ahí. No iba a estar más de un par de semanas y, probablemente, jamás volvería a ese pequeño fin del mundo. A él no le vi mucho. No me llamaba más la atención que un mueble. Por las noches, en ese pequeño pueblo al final del mundo, nos íbamos a tomar unas copas al único bar abierto. Una noche vino, amigo de la gente con la que trabajábamos ahí. Se sentó a mi lado mientras me moría de sueño, cansancio y me bebía una copa de vino tras otra, viendo bailar a mis compañeras.

Intenté hacer algo de conversación, pero me contestaba con monosílabos y no me daba pie a más, así que bebí, agradecida de no tener que esforzarme y poder, simple, llánamente, ignorarnos.

No sé si me miraba o no me miraba, porque desde luego yo no le hice el menor caso. El vino era blanco y afrutado. La noche era cálida y la música me gustaba. Un chaval se subía a una mesa con un tambor y había una mujer de pelo rizado oscuro que bailaba moviendo la cadera como una diosa. Esa noche la vi irse con otra y maldije mi estrecha mente medioburguesa que piensa que todas las mujeres que lo parecen, son recatadas, castas y puras.

Volvió al día siguiente, como amigo y compañero de otro. Volví a no hacerle más caso que a un mueble. Tengo un anillo relativamente peculiar, una alianza turca, que le llaman algunos. Puzzle ring, whatever. Básicamente, se desmonta, y son cuatro anillos unidos entre sí, que si eres listo, podrás rearmar. Casi nadie lo saca si no les explico el cómo, no es sencillo. Cuando me aburro, se lo doy a alguien, les pido que lo guarden entre las manos, que las sacudan, y cuando se desmonta, les dejo arreglándolo. La media son 30 segundos, luego me lo devuelven. Esa noche un par lo hicieron.

En la siguiente ocasión que le vi, volví a jugar a lo mismo. Al cabo de una hora seguía con ello. Me resultó curioso. Un par apostaron a su contra, así que aposté a favor. Se marcharon a dormir, me quedé mirando cómo insistía. Al cabo de dos horas y pico, lo monté y se lo di. "Podemos decir que lo hiciste tú y ganar la apuesta, o podemos pasarnos la noche en vela mientras lo intentas." En ese tiempo sí hablamos ambos. Esperaba que se cobrase el tiempo invertido, pero se marchó, esta vez con mi teléfono.

Al cabo de 1 hora me dejó un mensaje de que quería hacerlo bien. Al cabo de otras 9 me mandó un mensaje de que habíamos ganado la apuesta. En 10 minutos me mandó un mensaje que me devolvía el anillo en 5. Y lo hizo, sí. Fotografías para probarlo. Esperaba que esa noche se cobrase el día invertido, pero, de nuevo, se marchó. Cuando lo hizo, fui a por una compañera y me la llevé a comprar unas cervezas mientras discutíamos si debería llamarle o no. Así que lo hicimos: "tengo dos cervezas, podríamos compartirlas". "En dos minutos estoy ahí". De hecho, estaba antes que yo.

Y es extraño, porque no hizo ningún esfuerzo por subirse conmigo a la habitación. Ni por besarme, ni por tocarme. Sólo se quedaba ahí, charlando conmigo, y cuando no había nada que hablar, se quedaba en silencio. Subimos a mi habitación, creo que ni le cogía la mano. Me puse nerviosa... ¿cuánto hace que no me lío con un desconocido?

Le quité la ropa, le mordí el cuello. Me dijo que me quería.
- Don't lie, you don't have to.
Me miró a los ojos y creo que buscó una excusa.
- I'm sorry, I love being with you.

Me desperté a las cinco y no estaba. La noche siguiente no quise verle. La siguiente era la última. Si no vas a pasar conmigo toda la noche, no entres, odio dormirme con alguien y despertar sola. Entró. Habló poco, como siempre.
-Para mí esto no es un lío de una noche.
- No me mientas, te dije que no hacía falta.

Silencio.
- Háblame, dime algo, cualquier cosa.
- Mejor no, porque no quieres creer lo que te digo.

No tenía que volver al trabajo hasta las 2. Se quedó conmigo hasta las 12. Dormíamos un rato, le despertaba mordiéndole. Dormíamos. Me despertaba y volvíamos a hacerlo. Me dormía abrazada a él y, aunque en el fondo crea que todo es mentira, me preguntó si confiaba en él y le dije que sí. Así que jugué a creérmelo y fue bonito.

Despúes, me marché de ese rincón lejano y volví aquí. Y es bonito pensar entre lo que pudiera haber sido, lo que pudo pasar pero no dio tiempo. Fíjate tú si no dio tiempo a nada, que no dio tiempo ni a despedirnos.

La relación perfecta es un polvo de dos días que nunca más puede volver a ser.

De un amigo

http://historiassordidas.blogspot.com
Esto es de un amigo. Me jura y perjura que un par, al menos, van por mí y los viejos tiempos. Me quedo con esto:

Cuenta Flaubert en La Tentación de San Antonio:"Si posas un dedo sobre mi espalda", le dijo al Anacoreta la Reina de Saba, "sentirás un reguero de fuego en tus venas. La posesión de la más pequeña parte de mi cuerpo te hará más feliz que la conquista de un Imperio. Mis besos tienen el gusto de un fruto que se funde en el corazón. Embriagado por el aroma de mis senos, arrobado en la contemplación de mis miembros, abrasado en mis pupilas, te sentirás arrastrado por un torbellino".Antonio era un santo y, con un signo de la cruz, puso a la Reina de Saba en fuga, humillada y llorosa. Pero yo, ¿resistiría yo a la Reina de Saba si se presentara aquí, en mi retiro, para sacarme de él?