domingo, junio 03, 2007

#43

Yo sólo pasaba por ahí. No iba a estar más de un par de semanas y, probablemente, jamás volvería a ese pequeño fin del mundo. A él no le vi mucho. No me llamaba más la atención que un mueble. Por las noches, en ese pequeño pueblo al final del mundo, nos íbamos a tomar unas copas al único bar abierto. Una noche vino, amigo de la gente con la que trabajábamos ahí. Se sentó a mi lado mientras me moría de sueño, cansancio y me bebía una copa de vino tras otra, viendo bailar a mis compañeras.

Intenté hacer algo de conversación, pero me contestaba con monosílabos y no me daba pie a más, así que bebí, agradecida de no tener que esforzarme y poder, simple, llánamente, ignorarnos.

No sé si me miraba o no me miraba, porque desde luego yo no le hice el menor caso. El vino era blanco y afrutado. La noche era cálida y la música me gustaba. Un chaval se subía a una mesa con un tambor y había una mujer de pelo rizado oscuro que bailaba moviendo la cadera como una diosa. Esa noche la vi irse con otra y maldije mi estrecha mente medioburguesa que piensa que todas las mujeres que lo parecen, son recatadas, castas y puras.

Volvió al día siguiente, como amigo y compañero de otro. Volví a no hacerle más caso que a un mueble. Tengo un anillo relativamente peculiar, una alianza turca, que le llaman algunos. Puzzle ring, whatever. Básicamente, se desmonta, y son cuatro anillos unidos entre sí, que si eres listo, podrás rearmar. Casi nadie lo saca si no les explico el cómo, no es sencillo. Cuando me aburro, se lo doy a alguien, les pido que lo guarden entre las manos, que las sacudan, y cuando se desmonta, les dejo arreglándolo. La media son 30 segundos, luego me lo devuelven. Esa noche un par lo hicieron.

En la siguiente ocasión que le vi, volví a jugar a lo mismo. Al cabo de una hora seguía con ello. Me resultó curioso. Un par apostaron a su contra, así que aposté a favor. Se marcharon a dormir, me quedé mirando cómo insistía. Al cabo de dos horas y pico, lo monté y se lo di. "Podemos decir que lo hiciste tú y ganar la apuesta, o podemos pasarnos la noche en vela mientras lo intentas." En ese tiempo sí hablamos ambos. Esperaba que se cobrase el tiempo invertido, pero se marchó, esta vez con mi teléfono.

Al cabo de 1 hora me dejó un mensaje de que quería hacerlo bien. Al cabo de otras 9 me mandó un mensaje de que habíamos ganado la apuesta. En 10 minutos me mandó un mensaje que me devolvía el anillo en 5. Y lo hizo, sí. Fotografías para probarlo. Esperaba que esa noche se cobrase el día invertido, pero, de nuevo, se marchó. Cuando lo hizo, fui a por una compañera y me la llevé a comprar unas cervezas mientras discutíamos si debería llamarle o no. Así que lo hicimos: "tengo dos cervezas, podríamos compartirlas". "En dos minutos estoy ahí". De hecho, estaba antes que yo.

Y es extraño, porque no hizo ningún esfuerzo por subirse conmigo a la habitación. Ni por besarme, ni por tocarme. Sólo se quedaba ahí, charlando conmigo, y cuando no había nada que hablar, se quedaba en silencio. Subimos a mi habitación, creo que ni le cogía la mano. Me puse nerviosa... ¿cuánto hace que no me lío con un desconocido?

Le quité la ropa, le mordí el cuello. Me dijo que me quería.
- Don't lie, you don't have to.
Me miró a los ojos y creo que buscó una excusa.
- I'm sorry, I love being with you.

Me desperté a las cinco y no estaba. La noche siguiente no quise verle. La siguiente era la última. Si no vas a pasar conmigo toda la noche, no entres, odio dormirme con alguien y despertar sola. Entró. Habló poco, como siempre.
-Para mí esto no es un lío de una noche.
- No me mientas, te dije que no hacía falta.

Silencio.
- Háblame, dime algo, cualquier cosa.
- Mejor no, porque no quieres creer lo que te digo.

No tenía que volver al trabajo hasta las 2. Se quedó conmigo hasta las 12. Dormíamos un rato, le despertaba mordiéndole. Dormíamos. Me despertaba y volvíamos a hacerlo. Me dormía abrazada a él y, aunque en el fondo crea que todo es mentira, me preguntó si confiaba en él y le dije que sí. Así que jugué a creérmelo y fue bonito.

Despúes, me marché de ese rincón lejano y volví aquí. Y es bonito pensar entre lo que pudiera haber sido, lo que pudo pasar pero no dio tiempo. Fíjate tú si no dio tiempo a nada, que no dio tiempo ni a despedirnos.

La relación perfecta es un polvo de dos días que nunca más puede volver a ser.

1 observaciones suspicaces:

Sara dijo...

a veces sí es la relación perfecta un tío de fin de semana. es como si cada fin de semana tuvieras una vida diferente, con alguien diferente en ella, con un sexo diferente, un calor diferente. y hay ocasiones en las que el cuerpo pide eso, pero hay otras en las que necesitas despertar al lado de la misma persona día tras día. lo perfecto lo elige nuestro corazón.
me gustó. ahora ya se qué utilidad sacarle a ese anillo xD
un beso ;)