jueves, abril 14, 2011

Post-estructuralismo

Fue al segundo trago del tercer whisky (sin hielo, yo ya soy lo bastante fría) que me di cuenta. Me di cuenta cuando miré a mi alrededor neblinoso, a mis esquinas oscuras. Los tacones, quizá dos centímetros demasiado altos. La cintura, cuatro demasiado estrecha. La sensación de extrañamiento, de inadecuaciación por exceso (de piernas, de pechos, de sed).

Me di cuenta porque noté, como noto otras veces, que las sombras retroceden cuando llegas y me miras. Es por eso que lo sé. Sé que sólo existo cuando me lees, desde entre mis piernas a la punta de las pestañas y es tu presencia toda carne la que hace de mí algo más que una sombra. Soy lo que me lees pero también soy lo que quiero que me leas.

Creo que es por eso que tengo sed todo el tiempo. Si te digo la verdad, tampoco disfruto de los tacones. Me molestan al andar y me siento demasiado alta, así que deben ser porque tú los quieres. Me siento más yo mientras miras cómo me quito la ropa, hoy más despacio que ayer, siempre entrelíneas. Te lo explico constantemente pero no sé si me escuchas. Cuando lo hagas, quizá me toques como llevo esperando todos estas horas perdidas. Depende del quién, depende del cómo, pero siempre eres tú. Me estremezco pensando en que me ates, mientras lo hagas no te alejarás de mí. Mientra me muerdes soy la que te retiene porque no quiero volver a ser un fantasma sin cuerpo. Me pone que me leas y que me crees contigo. No quiero ser un concepto mientras nos masturbamos lejos, recordando cómo podrías resbalarte por mí.

Esto es un texto abierto que quiere ser una historia, pero necesito que tú también me hables.

2 observaciones suspicaces:

N. dijo...

Tú ya eres lo bastante fría. Cuando quieres, por supuesto. Sólo cuando quieres.

La Sin Nombre dijo...

¿Y?