domingo, enero 28, 2007

Believe nothing, dare all

Debía tener 13 años cuando mis padres me enviaron a pasar dos semanas a casa de unos amigos suyos. Supongo que querrían intimidad para discutir sin testigos, o algo por el estilo. Estos amigos suyos tenían un hijo un par de años mayor que yo con el que me enviaba cartas, porque en aquella época aún no había internet y la gente utilizaba esa cosa de papel con sellos.

Nos liamos la primera noche. Con esa edad, recuerdo como o sea, tía, super fuerte de la muerte, que me mordiera el cuello y me besara las tetas, sobre todo porque mi máxima experiencia había sido darme besos con un novio en el parque de debajo de casa.

Nos besamos y sobamos hasta las mil de la madrugada, con sus padres en la habitación de al lado. Era raro, lo hicimos cada noche durante dos semanas. De hecho, fue la primera vez que me hicieron sexo oral. Suena igual de mal que decir que me comieron el coño, pero al menos no es malsonante.

Fue incómodo, no porque estuviera tumbada sobre la mesa del salón del comedor de unos amigos de mis padres con la cabeza de su único hijo entre mis piernas precisamente, sino porque no iba a ir a ningún lado.

Un par de años después volvimos a pasar una semana juntos y tampoco nos acostamos, aunque seguimos liándonos. Después de eso, dejé de escribirle.

4 observaciones suspicaces:

Anónimo dijo...

- Me tienta.

Anónimo dijo...

Esos revolcones adolescentes, clandestinos, con tus padres en casa, o en casa de ella ("él", en tu caso)... ah... qué tiempos aquellos...

De todas formas, coincido totalmente con betote:
> Cuántas veces esa amenaza
> de futuro (o de falta de él)
> nos jode un presente que,
> por otro lado, podría haber
> sido magnífico.

Sí, si nos limitásemos a disfrutar de lo que tenemos en el momento, tal y como es, sin perder tiempo en lamentarnos de lo poco que va a durar...

...pues eso.

Feliz lunes.

La Sin Nombre dijo...

Bueno, él estaba lejos y había presentes mucho más atractivos.

Fue divertido mientras duró.

Él tampoco me juró amor eterno precisamente.

Anónimo dijo...

- No sé... eso de andar chupandose... casi como en juego... sin coger... casi como en juego... con algún remilgo de inocencia... casi como un juego... y de reproducirlo años más tarde... casi como un juego... en las mismas condiciones en que se había desarrollado la primera vez... casi como un juego... ¡ME TIENTA!

- Y no importa lo que hubiese podido ser. Porque ya se tubo el movimiento... casi como un juego.